jueves, 18 de diciembre de 2008

Mensajes

Alejandra salió de su casa rumbo al trabajo, tratando de caminar tranquila y dejar para otro momento la preocupación porque el calefón no andaba y como repartir el aguinaldo.Recorrió en zig zag, calles húmedas con poco tránsito, prestando atención a árboles florecidos y a trinar de pájaros.En Plaza Mitre, al igual que los días anteriores, se cruzó con la secretria de la Compañia de Seguros, de impecable trajecito azul y tacos agujas, frente al semáforo de calle Alberti esperaba el dueño de la mueblería inevitablemente vestido con ambo gris, por esas ceremonias citadinas, que no terminaba de entender, no se saludaron.
El celular sonó dos veces, anunciando mensajes; le costó leer sin los anteojos, sin contar que su gimnasia de pulgar no daba para responderlos mientras iba caminando.
Lo cierto es que a su compañera de oficina que consultaba si el cliente calificaba para el crédito, le escribió--- " Nos llamamos"...Y a su nuevo amigo, que le preguntaba si le gustaría repetir la cena de la noche anterior, le respondió-- " Lo dudo, necesidades básicas insatisfechas".