jueves, 15 de enero de 2009

Caminar es un acto privado.

Caminar es un acto privado como cepillarse los dientes o desayunar, para lo cual se goza de la libertad de usar la ropa y el calzado más cómodos, no preocuparse por el pelo y andar a cara lavada. Está en el contrato con una misma, no importa que alguien se quede mirando, Laura repite que los que miran son tipos que están casados con mujeres que no se cuidan, como Antonio, en la época en la que ella se dedicaba a prepararle la comida y plancharle la ropa, él sí que no dejaba de registrar a ninguna.
Al cruzar la avenida que separa la ciudad de la costa, ya se entra en territorio de la tribu de los adoradores del aire libre, los que se olvidan adrede de respetar al tiempo, y ya no hay de que preocuparse.
Las carpas de los balnearios, un par de barcitos nuevos , los paradores con música estridente, contribuyen a dar color , brillo y alegría a la mañana.
A Laura siempre le gustaron los hombres delgados y discretos, por eso no puede entender que sus ojos vayan una y otra vez hacia ese pescador, solitario, una mole bronceada de metro noventa, malla amarilla fuerte, pancita bodeguera, cadenita de oro, pulsera plateada, parece un semáforo. ¡ Lástima que ella no se puso la remera roja, bien escotada!!!...