Hay tardes de domingo
en que la soledad muerde el alma,
y te llamo
sin saber ya tu nombre,
porque me quedó en la piel
una huella lejana...
como una melodía
con sabor a nostalgia.
Y me pregunto
si pasaste a mi lado
sin que te advirtiera,
o si encaramado
en tu propia filigrana
también dibujas tu espera-