viernes, 29 de mayo de 2009

La huída.

Se despertó muy temprano, acosada por una pesadilla y ruidos que provenían de la calle, los creyó amenazantes. Descalza , con el pelo alborotado revisó puertas , ventanas, levantó levemente las persianas
El sol apenas se delineaba entre la copa de los árboles, un grupo de borrachos de voces jóvenes y acento provinciano, caminaban por el medio de la calle hacia el sur, bromeando a los gritos con la sana intención de molestar.Los ruidos se fueron sumando, un muchacho derrochando agua lavaba la amplia vereda del hotel de enfrente. .
Sintió que un dolor profundo semejante a una herida cruzaba su estómago
Se apoderaron de ella y de su sensatez tremendos deseos de huir, no quiso preguntarse si huir hacia afuera, hacia adentro, hacia la creación o hacia la locura.
Imaginaba una huída urgente, impostergable.
Un despertador totalmente innecesario la llamó a la realidad , si es que se le podía llamar realidad a todo eso, y sonó una alarma en una casa vecina, el tránsito se volvió intenso, la calle se fue poblando de voces domesticadas y los pájaros trinaron una vez más en la copa de aquel árbol, cuyas flores perfumaban el aire que entraba por su ventana.
Esclava de una rutina autoimpuesta se ocupó en preparar mate. se vistió de zombi calzó sus zapatillas, bajó lentamente la escalera, traspuso la puerta de calle y archivó el delirio hasta el próximo amanecer.